Nuestra historia

El origen de Divergencia Salud

Acompañamos a mujeres y diversidades en su camino hacia el bienestar físico, mental y emocional, promoviendo espacios seguros y empoderadores.

Nuestra historia y compromiso

Divergencia Salud: cinco años habitando un sueño colectivo

Este 2025 celebramos cinco años de vida de Divergencia Salud, un proyecto que nació de una urgencia vital y se convirtió en un espacio profundamente transformador. No solo ha sido un centro de salud, sino también un refugio, una casa, un rincón donde ser, habitar y cuidarse con dignidad. Un lugar tejido con afecto, convicción y resistencia; un lugar donde el respeto, la calidez y la inclusión no son palabras bonitas, sino principios que guían cada decisión.

La idea de Divergencia Salud

Corría el año 2019 cuando Verónica mientras realizaba atenciones de matrona se dio cuenta de algo que le removió por dentro: no bastaba con tener espacios de atención. Faltaban espacios que de verdad fueran respetuosos. Espacios que no invalidaran las vivencias, los cuerpos ni las formas de amar de las personas. Especialmente de mujeres y disidencias sexuales y de género. Espacios donde no fuera necesario explicar quién eras antes de poder decir qué sentías. Lugares donde el juicio no se sentara primero que tú.

Movida por esa necesidad, Vero comenzó a imaginar un centro pequeño, cálido, profundamente humano. Un lugar donde no hiciera falta “defenderse” al llegar a consulta, donde la escucha fuera activa y sin prejuicios, y donde el cuidado no se limitara a lo clínico, sino que también abarcara lo emocional, lo simbólico y lo político. Así, sin mucho presupuesto pero con muchísima determinación, nació la idea de Divergencia Salud.

La pandemia como punto de partida

El año 2020 llegó con todos sus desafíos. La pandemia, el confinamiento, la incertidumbre… y sin embargo, en medio de ese caos, encontramos un espacio físico en el corazón de Providencia, en Santiago de Chile. Un espacio que nos enamoró por su luz, su altura, su vista. Aunque no estaba completamente acondicionado, sabíamos que ahí podíamos comenzar. Y lo hicimos.

La habilitación fue desafiante: permisos sanitarios, registro electrónico, equipamiento, reformas… y al mismo tiempo, poner el alma en cada rincón. Pintar, comprar las primeras camillas, planificar cómo queríamos que fluyera la atención. Finalmente, el 2 de mayo del 2020, abrimos nuestras puertas. Comenzamos a atender en plena pandemia, cuidando con mascarilla, alcohol gel y, sobre todo, con un compromiso enorme de hacer las cosas de forma distinta.

El crecimiento inevitable del cuidado

Lo que comenzó como un consultorio pequeño empezó a crecer. En poco tiempo, comprendimos que no bastaba con una sala de atención médica. Las necesidades de quienes llegaban a Divergencia eran múltiples: muchas personas venían buscando contención emocional, espacios para hablar de sus vivencias, consultas ginecológicas respetuosas, orientación en salud mental, acompañamiento en procesos identitarios.

Así, en 2021 nos expandimos a una segunda oficina. Habilitamos un box psicológico, un box médico dedicado y un espacio más amplio para acompañar con la cercanía y el tiempo que cada paciente merecía. Todo el crecimiento lo hicimos con cariño, cuidando que no se perdiera lo que nos hacía diferentes: la escucha, la calidez, la horizontalidad.

También comenzamos a incorporar tecnología que nos permitiera estar más disponibles: fichas electrónicas, agendas colaborativas, y una central telefónica para que siempre hubiese alguien al otro lado. Queríamos que cada persona que llegara supiera que su salud, su tiempo y su identidad eran valiosos para nosotres.

El cruce de fronteras

El 2022 trajo un giro inesperado y lleno de simbolismo: nos mudamos a Tokio, Japón. Nos enfrentamos a la necesidad de delegar, de confiar en nuestro equipo, de soltar el control sin soltar la esencia.

Desde la distancia seguimos conectadas a través de la telemedicina, participando en talleres, coordinando desde husos horarios opuestos, haciendo que la distancia no matara el espíritu de Divergencia. Sin embargo, no era lo mismo. Extrañábamos el cara a cara, la complicidad que se da cuando se mira a alguien a los ojos sin pantalla de por medio. De a poco, tuvimos que reacomodar el equipo y ajustar nuestras capacidades para sostener el proyecto.

Nos volvimos un espacio de activismo, de formación, de acompañamiento comunitario. Realizamos charlas, participamos en ferias, colaboramos con otras organizaciones feministas, de salud sexual y de derechos humanos. Divergencia se convirtió en una red viva.

Reencuentro breve pero significativo

El 2025 nos regaló algo profundamente emotivo: la posibilidad de volver, aunque fuera por un tiempo, a Chile. Después de años de distancia, reencontrarnos con el espacio físico de Divergencia, con nuestros pacientes fue como volver a casa por un instante.

Durante esas semanas, retomamos las atenciones presenciales, compartimos miradas, silencios, historias… y nos reencontramos con el pulso que le dio origen a todo esto. Fue profundamente sanador recordar por qué comenzamos y cuánto sentido sigue teniendo este camino.

Participamos en actividades de activismo, volvimos a dar talleres, y desde esa vivencia renovada, también reflexionamos sobre lo que aún podemos imaginar y construir. Hoy, de vuelta en Tokio, llevamos con nosotras la energía de ese reencuentro, que sigue alimentando nuestro compromiso, ahora a través de otras formas, tiempos y territorios.

Gracias de corazón a cada persona que ha sido parte de esta historia. A quienes confiaron en nosotras cuando recién comenzábamos, a quienes nos han recomendado, a quienes han compartido su vivencia y su confianza. Gracias al equipo humano que ha hecho posible cada atención, cada reunión, cada conversación. No podríamos haber llegado hasta aquí sin ustedes. Y no podríamos soñar con lo que viene sin ese sostén que es la comunidad.

Nos emociona mirar hacia atrás y ver el camino recorrido, pero nos emociona aún más mirar hacia adelante y saber que queda tanto por hacer.

✨ ¡Sigamos soñando, creciendo y cuidando juntes!
Porque la salud, cuando es con amor, es una forma de revolución.

Verónica

Nuestra visión y misión

Comprometidos con la salud integral

Nuestra visión

Soñamos con un mundo donde cada persona pueda vivir su salud de forma plena, libre y digna, en un entorno donde ser escuchado, respetado y acompañado no sea la excepción, sino la base del cuidado. Imaginamos comunidades que abracen la diversidad como riqueza, y donde la salud no sea solo ausencia de enfermedad, sino presencia de bienestar, identidad y pertenencia.

Nuestra misión

Brindar una atención médica, psicológica y comunitaria que sea afirmativa, cálida y profundamente respetuosa de la diversidad sexual, de género y corporal. Nos comprometemos a acompañar cada proceso desde la escucha activa, el conocimiento científico y el cuidado afectivo, promoviendo la autonomía, el empoderamiento y la construcción de espacios seguros para todas, todos y todes.

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¡Contáctanos y transforma tu salud!

En Divergencia Salud te acompañamos con respeto, calidez y profesionalismo en cada etapa de tu cuidado.
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